“Mi paso por Araucaria marcó profundamente mi vida, me acercó a Dios de una manera más íntima, más profunda. Encontré grandes amigas; que aún conservo; disfruté; me reí, tomé el teléfono por asalto para hablar todos los días con Francisco (pololo de entonces y ahora marido); no existía el celular. Aprendí a valorar el trabajo bien hecho!”

“Vivir en Araucaria fue la mejor experiencia que yo pude tener en Chile. Cuando decidí hacer un intercambio en Santiago para estudiar en la UC, busqué una residencia que me ayudase a desarrollar todos los campos de mi vida: el profesional, el cultural, el espiritual, el social y el del deporte. Todo eso encontré en Araucaria, justamente por los espacios de convivencia, de estudio, de oración, las tertulias culturales, los paseos en conjunto a museos, puntos turísticos y cerros. Estoy segura que fue la mejor elección, porque sentí un cambio muy grande en mi vida después de vivir en la residencia.”